martes, 17 de enero de 2012

POESÍA EL JUEGO DEL FUTBOLÍN.

A veces evoco con cierta nostalgia viejas costumbres de mi infancia y adolescencia. Por ejemplo cuando nos pasábamos las tardes enteras en las salas de juegos, jugando si tenías dinero a los sempiternos comecocos, los marcianitos, el villar a tres bandas o el futbolín, y si no lo tenías mirando como lo hacían otros.
 
Futbolín--foto.
 
EL AMIGO CONFIRMA

LA ARMONIA DEL HOMBRE

CON LAS MANOS LLENAS
DE PURO AIRE,

YA LIGERO,

AHI VA,

SIGUIENDO AL ANIMAL TRANQUILO

QUE TE LAME,

COMO A MI SU MUERTE:

CURADA LA HERIDA,

NOS QUEDA
LA PIEDAD DE LA GENEROSA LUZ.

Los adioses

son los mojones

en este esplendido desierto.

Y la noche, el luminoso e inagotable dia
 
¿Por qué escribo?

!No!
Porque me lastimaron el corazón
o porque en las noches me abrume la soledad
el miedo.
O porque vengan a acompañarme
los fantasmas invisibles del recuerdo
horas en las que buscas razón a todo
en las que pides al
mientras voraz la noche te atrapa en sueños.

Este es un grito, un reclamo
como una súplica de mi arrogancia
como el grito que se ahoga en el  no me olvides,
gastado de tanto usar
como mandil de enamorados
o cuerpos de amores incompletos.

Y no pretendo
que los demás sientan lo que yo siento,
pues esto lo escribo para mi
y no para el resto.
Aquí en la de la palabra
donde te encontré,
gritando a los cuatro vientos:

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