domingo, 22 de enero de 2012

LA CARTA DE LA SEMANA CON SOBRE LIBROS, CAÑAS Y TAPAS.-Y RICHARD GERE.

TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA CON SOBRE LIBROS, CAÑAS Y TAPAS.

Unos cazan conejos o venados, y otros cazamos libros. Transcurre una de esas mañanas frías y soleadas de Madrid, cuando las casetas de la cuesta Moyano se alinean en una luz cegadora con sus mostradores y tenderetes llenos de libros de lance. Entre esos naufragios de librerías, pecios de bibliotecas, restos flotantes de vidas y mundos desaparecidos, me muevo atento y sigiloso como un francotirador adiestrado por viejos hábitos. Dispuesto, como estipulan las reglas, a actuar sin piedad frente a otros eventuales cazadores, madrugándoles la pieza codiciada. Llevo así hora y media, mirando, tocando, husmeando como un depredador pertinaz, del mismo modo que mi teckel Sherlock lo haría, si su amo le permitiera hacerlo, tras el rastro de un codiciado jabalí. Con el pálpito en el corazón y el hormigueo en los dedos sucios de buscar y rebuscar que siente todo psicópata de los libros en lugares como éste. Ávido por cazar hasta sin hambre. De colmar el zurrón aunque vaya bien repleto.

Saciado al fin, o casi, cargo con un botín que justifica el paseo: una biografía de Nelson, el Napoleón de Ludwig –lo habré regalado cinco o seis veces–, el Viaje del Parnaso en edición crítica de Rodríguez Marín, la biografía de Engels de Tristam Hunt, tres novelas de Ágatha Christie y una de Eric Ambler. Entre los ocho libros, el desembolso total no llega a los setenta euros. Sabiendo mirar con paciencia y atento a las ediciones de bolsillo, puede comprarse aquí una docena de libros por quince o veinte mortadelos. Eso incluye policíacos o de aventuras y grandes obras de la literatura universal. De Beau Geste o Adiós muñeca a La línea de sombra o Crimen y castigo. Absolutamente todo.

Sin embargo, en este paraíso de libros y felicidad lectora que es la cuesta Moyano, hay cuatro gatos. Menos de treinta personas se mueven por las casetas y los tenderetes. Y eso, en día casi festivo como hoy; en que, con crisis como sin ella, bares y terrazas están llenos. Como de costumbre, la charla con algunos amigos libreros ha sido un rosario de lágrimas y pesares. No se vende un carajo, es frase que lo resume todo. Cada vez viene menos gente, y esto se muere. Y fíjate, añaden, que no hay lugar donde se concentre una oferta cultural tan extraordinaria y barata como ésta. Escuchándolos, recuerdo con amargura una discusión que mantuve hace días en Twitter con algún cantamañanas que argumentaba, en defensa de la piratería salvaje y del todo gratis para todos –confundiendo cultura de fácil acceso con cultura impunemente saqueada–, que los libros son caros y eso justifica trincarlos de Internet por la patilla. Lugares como la cuesta Moyano, las librerías de viejo o las ferias que los libreros de lance organizan con gran esfuerzo en diversos lugares de España, desmienten esa simpleza. Y si es cierto que la novedad editorial alcanza en ocasiones precios indecentes, a quien desea tener un buen libro en las manos le basta darse una vuelta por lugares como éste con diez euros en el bolsillo. O con menos. El precio de una caña y una tapa. Raro sería que no se fuese con tres o cuatro libros. O más. Quien no compra un libro es porque no quiere, o porque no lee. No porque todos los libros sean caros. Así que déjenme de milongas y cuentos chinos.

Aunque, para cuento chino, el de las autoridades municipales con la cuesta Moyano. Durante años, el ex alcalde Ruiz Gallardón desoyó el ruego de los libreros de que, para darle vida a aquello, instalase en el paseo algún chiringuito con terraza, que es lo único que atrae a la peña. Si vienen a tomar copas, argumentaban, algún libro verán, porque estaremos enfrente. El alcalde, naturalmente, se pasó la sugerencia por el forro del bastón municipal, argumentando competencias, permisos y ordenanzas que, por otra parte, nadie opone a la proliferación de bares y terrazas que llenan el centro de la ciudad. Y mucho temo que la nueva alcaldesa haga lo mismo, pues los libros no importan ni a los alcaldes. De todas formas, previne a los amigos de Moyano, cuidado con las ideas, que tienen doble filo. Un concejal avispado puede echar cuentas, concluyendo que el negocio sería mandar a los libreros a tomar por saco y montar en cada caseta un chiringuito de tapas, dándole la concesión a la empresa de algún compadre. De libros, ni rastro; pero la verja del Retiro se pondría de bote en bote, con todo Madrid, turistas incluidos, dándose codazos con una copa en la mano: terrazas llenas, ambientazo, promoción en los telediarios, y muchos puestos de trabajo para camareros, que es la única profesión nacional en auge. Ni crisis, ni leches. La cuesta Moyano, ahora sí, de plena moda. Y viva España.
Se pasó la sugerencia por el forro del bastón municipal. Los libros no interesan.
Después de unas frescas cañitas en el Cañas y Tapas de Parque foto.

TÍTULO: RICHARD  GERE:

Richard Tiffany Gere (n. Filadelfia; 31 de agosto de 1949) es un actor estadounidense ganador del Globo de Oro y del Premio Donostia a su carrera otorgado por el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.
Gere nació en Filadelfia (estado de Pensilvania), de padres de ascendencia angloirlandesa, eran personas esforzadas. Su padre, Homer George Gere, era un agente de seguro para Nationwide Insurance Company. Su madre, Doris Ana Tiffany, es ama de casa; él tiene tres hermanas, un hermano y un hermanastro, el alemán Henry Januszewski.
Graduado del High School of North Syracuse Central en 1967, se licenció ganando fama como músico experto en trompeta, compositor amateur y gimnasta. Siguiendo la línea y gracias a una beca, ingresó a la Universidad de Massachusetts, intentando en gimnasia para luego derivar al estudio de filosofía, no llegó a graduarse abandonando los estudios al cabo de dos años. En 1969, llevó una vida al estilo hippie frecuentando Cape Cod junto a otros amigos. Allí conoció a un productor artístico que le llevó a intentar suerte en una obra teatral en Seattle, pronto se aburrió del estilo de vida y emigró a New York y luego de llevar una vida bohemia donde no parecía encontrar el rumbo.
Se interesó en el cine en 1973 cuando interpretó un papel en la obra "Grease" en Londres, Inglaterra. En 1975, interpretó la película "Quiero la verdad", de Milton Kats. Su desempeño y su buena apariencia y personalidad fueron notados por otros productores y eso le llevó a filmar varias películas seguidas. En 1977 aparece en Buscando a Mr. Goodbar junto a Diane Keaton.
Su popularidad se disparó con films como American Gigolo y Oficial y Caballero. Con Pretty Woman quedó patente su muy particular estilo de seducción y sensualidad con que aborda a sus parejas y que lo convirtió en sex symbol.
Tuvo un matrimonio mediático con la supermodelo Cindy Crawford entre 1991 y 1995 cuya separación dio alimento por semanas a la prensa amarilla por una supuesta condición homosexual mutua en que el matrimonio entre ellos era sólo una pantalla, hecho nunca comprobado ni tampoco desmentido totalmente por el actor. La aparición en una conocida revista de farándula de Crawford junto a la cantante K.D. Lang de reconocida tendencia homosexual avivó los rumores.
En 1997, actuó junto a Bruce Willis en Jackal (El Chacal), en el desarrollo de este film Willis demostró públicamente que detestaba a Gere y la actuación no estuvo exenta de problemas y rumores de reyerta entre ambos.
En 2002 se casó con Carey Lowell, tras varios años de relación y tiene un hijo llamado Homer nacido en 2000.
Su percepción de vida vacía, carente de horizontes y el hastío se filtró muchas veces a la prensa y se traslució en algunos films.
La búsqueda de su verdadero Yo finalmente le llevó a abrazar la fe budista y a ser uno de los principales apóstoles estadounidenses del Dalái Lama. Tal es así que se mimetizó con el gran líder espiritual y ha visitado la India en varias oportunidades. Además ha sido promotor de las visitas del líder budista a Estados Unidos.
Gere es un budista reconocido y un persistente activista en la lucha por los derechos humanos en el Tíbet. Ha hecho frecuentes declaraciones sobre la política china en el Tíbet, no todas han sido bien recibidas. Gere también ha prestado su apoyo a la causa por los derechos de los pueblos indígenas, haciendo un llamamiento a la opinión pública a través de la ONG Survival International
Su carrera cinematográfica comenzó a mediados de los años setenta, si bien fue en 1980 cuando comenzó a destacar como actor, en la película American Gigolo, y poco más tarde, en 1982, con el drama romántico Oficial y caballero.
Su consagración como actor con sesgo comercial se debió a Pretty Woman, filme que catapultó a la fama a Julia Roberts.
El 23 de septiembre de 2007 Gere recibió el Premio Donostia durante el Festival de Cine de San Sebastián en reconocimiento a su carrera. Gere ha interpretado a personajes de índole romántica con conflictos internos, con un particular estilo de seducción y sensualidad y dificultad para encontrarse a sí mismos (estructuralmente parecidos a él en su vida real).

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