sábado, 28 de enero de 2012

FAMILIA: REFUGIO ANTICRISIS.

La solidaridad familiar es un valor en alza. Así lo asegura un estudio realizado por La Caixa que ha descubierto que la crisis ha sacado lo mejor de las familias y se han convertido en el secreto para evitar el tan temido colapso. La red familiar es un capital social que ayuda a calmar la desesperación de aquellos que no se pueden mantener por sí solos. Hay muchas maneras de ayudar a los familiares que tienen apuros económicos. Además de la material, está la ayuda que se presta cuidando de los nietos o de las personas mayores. El tiempo invertido en estas actividades representa, traducido a dinero, entre el 2 y el 4 % del Producto Interior Bruto, según el catedrático de Sociología Gerardo Meil, autor del citado estudio. La precariedad en el empleo conduce a muchas personas a pedir la ayuda de los familiares que tienen más asegurada la vida. Los jóvenes son los que sufren más dificultades para sostenerse de forma independiente fuera del hogar paterno. Desde 2008, el 20% de los que se independizaron en los años anteriores han tenido que volver a casa de sus progenitores.

Elvira estaba preocupada por su hijo, que después de cuatro años se había quedado en el paro debido a los recortes efectua dos en su empresa. Titulado en Publicidad, con dos másteres y un buen nivel de inglés, había acabado aceptando trabajo en un bar, en horario nocturno, por el que apenas cobraba al mes unos 800 €. Pero le habían despedido hacía poco. El chico tenía novia, también en el paro, de 33 años. Elvira decidió cederles para que vivieran juntos la casa de su propia madre, ya fallecida, y que se encontraba vacía. Además de eso, les compraba comida a menudo y les pasaba una cantidad para gastos. Aunque la novia de su hijo no le gustaba especialmente, entendía que él la había escogido y que por lo menos así tenía a alguien con quien estar y compartir su vida. Ambos poseían estudios, pero hubieran aceptado cualquier trabajo.

TÍTULO----DIFÍCIL SITUACIÓN

La hija de Teresa estaba peor todavía. Con 29 años había tenido que volver a casa de sus padres al perder su empleo como profesora. Aunque daba algunas clases particulares, por muchas cuentas que hacía, no le llegaba para pagarse un alquiler, aunque lo compartía con varias amigas, y Teresa no podía ayudarla económicamente. Por eso la chica decidió volver a la casa paterna, donde no tendría ese tipo de gastos. Sus progenitores la habían acogido de nuevo y ella volvía a dormir en su habitación infantil, pero se sentía mal. Por su parte, su hermano, de 25 años, se pasaba muchas horas distribuyendo curriculums por internet para cualquier empleo. Pero todo lo que encontraba era abusivo, a comisión, sin sueldo fijo, con un horario infernal... El chico, a veces, se desesperaba, y Teresa también cuando veía así a sus hijos. En otras ocasiones, cuando decían que al menos tenían una familia que les apoyaba, cambiaba su desesperación por esperanza, porque confiaba en que saldrían adelante. Teresa piensa con cierta pena que su generación consiguió estar mejor que sus padres, pero cree que sus hijos no van a lograr ese objetivo.

Las familias que ayudan a los suyos están contentas de hacerlo, pero también viven sobrecargadas. ¿Cómo se sienten esos jóvenes que se ven obligados a volver al hogar familiar? ¿Qué tipo de sociedad hace fracasar a muchos de sus ciudadanos en su legítima aspiración de tener un lugar en el mercado laboral? ¿Qué tipo de economía emocional tienen los poderosos que dejan desprotegidos a los más débiles y, sin embargo, dan indemnizaciones millonarias a los más fuertes?

Las familias españolas ayudamos en lo que podemos a soportar este modelo de sociedad que es un fracaso desde el punto de vista de la justicia social. Algunos vuelven a casa a recogerse por la imposibilidad de seguir adelante solos, no les queda otra, pero no es fácil para ellos aceptar que la familia se convierta en el colchón donde descansa su conflicto. Cuando no se tiene trabajo, o se vive bajo la amenaza de perderlo, se produce una situación psíquica de mucha tensión que puede llegar a ser vivida como una situación traumática. La mente padece una presión excesiva que acaba por dañar al sujeto.

TÍTULO----CRISIS PSICOLÓGICA

El desempleo provocado por la crisis promueve la resignación, el conformismo y la aceptación de condiciones que, a veces, no son dignas. Un informe de la OMS señala que estar en paro es una de las catástrofes epidemiológicas de la sociedad contemporánea; una debacle de origen social que tiene reponsables y víctimas. La falta de trabajo implica que una persona no tiene un lugar de pertenencia ni referencia en cuanto a su lugar social, no tiene códigos compartidos con otros. Este hecho provoca desarraigo y pérdida de autoestima. Aparecen vivencias de desamparo y preguntas que pueden ser más o menos conscientes referidas al lugar que se ocupa en el mundo como: "¿A quién le importo ahora?".

Para recordar quién es, el joven sin trabajo debe volver a su origen, a la base donde se formó su identidad. La familia se convierte así, para los que tienen más suerte, en una especie de analgésico para el dolor que provoca una sociedad que violenta y desampara a un número excesivo de ciudadanos. Un 2% de la población no tiene a quién acudir en caso de necesidad.

TÍTULO----LA MIRADA PSICOLÓGICA


La economía emocional de los que dirigen los bienes comunes está alterada, nunca tienen bastante y gestionan mal el dinero. Tapan carencias en el ser con el tener. Narcisistas y neuróticos, no miran al futuro y empobrecen a la siguiente generación. En 1930, en su obra 'El malestar en la cultura' (Ed. Alianza), Freud decía que el trauma
de origen social produce "estupor inicial, paulatino embotamiento, anestesia afectiva, narcotización de la sensibilidad, abandono de toda expectativa y alejamiento de los demás". En estas circunstancias, tener cerca a la familia es un alivio para el dolor que produce sentirse privado de los bienes materiales necesarios para reconocerse como una persona valiosa. La catástrofe personal de alguien cercano nos recuerda nuestra fragilidad. Ayudar es una forma de sentirnos mejor.

TÍTULO---LA NOTICIA: ESTUDIO SOCIAL
  • Un estudio de la Fundación La Caixa aporta los siguientes datos: el 67% de los españoles entre 18 y 29 años vive con sus padres, frente al 30% en el norte de Europa. El 23% de los ciudadanos ha dado dinero a un familiar con el que no convive para ayudarle a sufragar gastos corrientes. El 56% se identifica con la solidaridad familiar, frente al 32% de los alemanes o el 30% de los franceses.
  • Un 68% de los españoles piensa que son los hijos quienes deben atender a sus padres cuando lo necesiten. Paradójicamente, en un 60% de los casos la ayuda intergeneracional va en dirección contraria. Los padres ayudan a sus hijos y los abuelos vuelven a algunas casas para aportar su pensión y aliviar la economía familiar. ¿Vuelve la familia de tres generaciones?

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